Aunque casi en su totalidad es la Dirección General de Tráfico( DGT) quién pone los radares, no es el caso de los radares de la M-30, que es únicamente competencia del ayuntamiento de Madrid, la colocación de éstos. Desde los organismos competentes y los consistorios de según qué zonas estemos hablando se intenta llegar a un acuerdo en materia de tráfico que permita a los conductores poder conducir con fluidez en una vía segura.
En la capital madrileña, como en el resto de ciudades, en materia de tráfico, se establecen límites de velocidad. Esto supone que los radares fijos y móviles pueden conocer la ubicación exacta de los vehículos y medir su velocidad, comprobando si ésta excede a la marcada en el tramo de vía en la que se encuentre.
La M30 es una de las circunvalaciones más transitadas de Madrid. Se trata de una vía en la que, a diferencia del resto de los controles de velocidad, obedece a la jurisprudencia del Ayuntamiento de Madrid, que es el ente encargado de ubicar dicha red de vigilancia.
Como uno de los puntos con mayor tráfico de todas las carreteras españolas, la M30 tiene en estos momentos la cantidad de 15 radares fijos que buscan reducir el riesgo de distracción al volante así como conocer cuáles son los puntos más sensibles en una carretera tan concurrida.
Para gestionar todas las multas provenientes por exceso de velocidad, entre otras causas, está la Policía Municipal. Ellos son quienes tienen jurisprudencia para poder multar en la M30, y por ello se recomienda encarecidamente obedecer todas las señales de tráfico así como los límites de velocidad.
Las sanciones de tráfico se han incrementado en la M30 debido a la rebaja de los límites de velocidad en según qué zonas. Desde el Ayuntamiento de Madrid, justifican la disposición de radares en toda la circunvalación por motivos de seguridad y para una mejor fluidez en el tráfico de la capital española, intentando minimizar la cantidad de accidentes que suelen ocurrir en diferentes tramos de la M30.
Se calcula que hay unos 600 radares fijos en todo el país y que han sido especialmente emplazados por la DGT para poder vigilar de forma eficiente el tráfico de las carreteras españolas. Se estima que hasta unos 1.500 tramos están previsiblemente controlados ante la peligrosidad de los mismos.
Estos radares fijos se ayudan, además, de la implementación de radares móviles que permiten ofrecer esa vigilancia extra que puede necesitar un tramo o vía de carretera por una serie de condiciones especiales. En estos radares de velocidad situados fuera de la M30, la Guardia Civil es la encargada de velar por la seguridad y de multar, si es necesario, a los conductores que se salten las normas de tráfico.
La Dirección General de Tráfico establece un marco de trabajo particular para poder colocar un radar, y de ello dependen diferentes factores.
La distribución territorial es otro de los factores que suele preocupar al organismo público. De forma equitativa, se busca intentar abarcar de forma homogénea y general tramos que antes no tenían ningún tipo de vigilancia.