Manuel Melis Maynar, ingeniero de caminos y figura clave en la historia de la infraestructura española, es especialmente recordado por su papel fundamental en la remodelación de la M-30, uno de los proyectos de ingeniería más emblemáticos de Madrid. Su visión y liderazgo transformaron por completo la infraestructura de la capital, dejando una huella indeleble en la ciudad. Tras su reciente fallecimiento, el Ayuntamiento lo homenajea poniendo su nombre al Centro de Control de Túneles de Madrid Calle 30.
Manuel Melis Maynar nació en Zaragoza y se formó como ingeniero de caminos en la Universidad Politécnica de Madrid en 1968. Más tarde, amplió su formación en la Universidad de Wisconsin, obteniendo un máster en ingeniería civil en 1971, y un MBA en IESE en 1985. Su enfoque académico y profesional le permitió abordar proyectos de gran envergadura con un alto nivel de innovación y precisión técnica.
Si bien Melis Maynar tuvo una carrera notablemente exitosa en diversos sectores, su trabajo en la M-30 de Madrid se convirtió en su legado más destacado. En 2003, Melis Maynar asumió la responsabilidad de uno de los proyectos de infraestructura más ambiciosos de la ciudad: la remodelación y el soterramiento de la M-30. Por aquel entonces, esta vía que rodea Madrid demandaba una intervención a gran escala.
El proyecto de la M-30 abarcó 66 kilómetros de túneles y una red de colectores subterráneos a lo largo del río Manzanares. Melis Maynar lideró la construcción de un sistema de túneles que permitió mejorar el tráfico y la calidad del aire, a la vez que resolvía los problemas de contaminación en la ciudad. El soterramiento de la M-30 transformó radicalmente el paisaje urbano, convirtiéndola en una de las arterias viales más modernas de Europa.
La dificultad técnica del proyecto de la M-30 no puede ser subestimada. Melis Maynar y su equipo enfrentaron varios desafíos, desde la construcción de túneles en un entorno urbano denso hasta la gestión de la seguridad y la minimización del impacto ambiental. Sin embargo, su capacidad para gestionar estos obstáculos y su enfoque innovador aseguraron que el proyecto se completara con éxito.
El soterramiento de la M-30 no solo mejoró el flujo de tráfico, sino que también contribuyó a la creación de nuevos espacios urbanos, como Madrid Río, permitiendo la reconfiguración de la ciudad para hacerla más accesible y sostenible. Bajo su liderazgo, la obra no solo cumplió con los estándares técnicos y operativos, sino que también se convirtió en un símbolo del progreso y la modernización de Madrid. En nuestro blog tenemos otro artículo sobre cómo era la M-30 antes de Madrid Río, para comprobar el poder transformador de esta obra.
Aunque la M-30 fue el proyecto que marcó su carrera, Melis Maynar no se limitó solo a la ingeniería civil. Su pasión por la formación y la transmisión de conocimientos lo llevó a convertirse en profesor titular de geotecnia en la Universidad de La Coruña y catedrático de ferrocarriles en la Universidad Politécnica de Madrid.
Además, durante su carrera académica, Melis Maynar fue autor de numerosos libros técnicos, entre los que destacan obras como «Proyecto y Construcción de Túneles y Metros», que abordan en detalle el proceso y los retos de proyectos como el de la M-30.
Su enfoque pedagógico y su habilidad para compartir su vasto conocimiento de la ingeniería fueron igualmente importantes en su legado, ya que contribuyó a la formación de futuras generaciones de ingenieros que hoy aplican sus enseñanzas en diversos proyectos de infraestructura.
El trabajo de Melis Maynar en la M-30 no pasó desapercibido. En 1998, recibió la Medalla de Honor del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos, un reconocimiento a su labor en el sector. Sin embargo, su mayor legado sigue siendo la transformación de la infraestructura vial de Madrid y el impacto positivo que tuvo en la vida diaria de los madrileños.
A pesar de la complejidad del proyecto y las críticas que recibieron algunos aspectos del mismo, la M-30 se consolidó como una obra maestra de la ingeniería urbana. El soterramiento y la remodelación de esta vía no solo resolvieron problemas de tráfico, sino que también mejoraron la calidad de vida en la ciudad, demostrando que un enfoque bien planificado puede transformar por completo una metrópoli.
Y ahora el Centro de Control de Túneles de Madrid Calle 30 lleva su nombre. En un acto en el que también participaron la viuda e hijas de Manuel Melis, el Ayuntamiento lo homenajeó de este modo cuando se cumplen 50 años de la M-30 que Melis Maynar ayudó a modernizar.
Manuel Melis Maynar fue mucho más que un ingeniero de caminos; fue el arquitecto de una de las obras de infraestructura más importantes de España. La M-30 sigue siendo un testimonio de su visión, capacidad técnica y liderazgo. Su legado en Madrid perdura en cada túnel y cada kilómetro de carretera que permitió una ciudad más moderna y habitable. Hoy, gracias a su trabajo, la M-30 no solo es una arteria vital para el tráfico de Madrid, sino también un ejemplo de cómo la ingeniería puede transformar el paisaje urbano para mejorar la vida de las personas.
