Si has conducido por una carretera o gran avenida y, repentinamente, se ha producido una retención sin saber el motivo, has sufrido el efecto atasco fantasma. Puedes estar parado durante un buen rato o incluso reducir la velocidad en un largo tramo. Te contamos todo sobre este fenómeno de la conducción.
El atasco fantasma es aquel que se produce cuando, de golpe y sin que se conozca la razón, aparece una retención o reducción de velocidad obligada.
La mayoría de estas retenciones se producen por el factor humano.
Así, esta reducción «contagia» a todos los conductores, quienes deben mantener la distancia obligatoria entre vehículos.
Más allá de ver paisajes, existen otro tipo de factores.
No obstante, también hay que destacar los malos hábitos de conducción, algunos muy extendidos entre los conductores. Por ejemplo, reducción o subida brusca de la velocidad por distracciones (mirar el móvil, comer mientras se conduce o fumar, entre otras actividades).
Para poder evitar el atasco fantasma, la primera acción es la de respetar la distancia de seguridad. Con ello no solo evitamos un posible accidente, sino minimizar el impacto de los frenazos a destiempo, ya que permitirá reaccionar bien a cualquier imprevisto con relativa antelación.
Por otro lado, la apuesta por los límites de velocidad variables ha demostrado que es una medida eficaz para evitar estas retenciones. Siempre, eso sí, en función de las necesidades de la circulación.
La tecnología ha mejorado nuestra conducción hasta límites insospechados. También los nuevos avances llegan para minimizar el efecto fantasma con un Control de Crucero Adaptativo (ACC).
El efecto atasco fantasma suele ser desconocido entre los conductores. Conociendo los motivos por los que se producen e intentando evitar las distracciones que los generan, podemos contribuir a un tráfico más fluido. Además, la tecnología está de nuestra parte y puede sernos de gran ayuda.