La contaminación de los coches eléctricos es la primera característica que se conoce al hablar de estos vehículos.
Los coches eléctricos están propulsados por uno o varios motores eléctricos que se alimentan de baterías recargables. Los coches se enchufan a la red eléctrica para recargar sus baterías. No se debe confundir este tipo de coches con los llamados híbridos, que además de la batería que en algunos casos se recarga con el funcionamiento del vehículo, incorporan un motor de combustión. Para funcionar combinan el empleo de ambos sistemas.
Los coches 100% eléctricos son ecológicos porque no emiten gases. Sin embargo, han surgido dudas sobre si contaminan lo mismo que los de combustión convencionales. Debido a que la energía eléctrica que requieren también procede de fuentes fósiles. Frente a esto podemos decir que, en España, más de la mitad de la energía eléctrica que se genera proviene de energías renovables o nucleares.
Como ya se ha comentado, el funcionamiento de un coche totalmente eléctrico no genera ningún tipo de gas contaminante, ni tampoco de efecto invernadero. Por tanto, las emisiones generadas de CO2 son cero.
En cambio los coches diésel y gasolina, emiten 4 tipos diferentes de gases contaminantes, como el CO2, que es de efecto invernadero. Un coche de gasolina emite 2,32 kg de CO2 a la atmósfera por cada litro consumido. Y por cada litro de gasóleo, se emiten 2,6 kg de CO2, según datos publicados por el IDAE (Instituto para la Diversificación y ahorro de la Energía).
Se calcula que un coche eléctrico ahorra en 10 años la emisión de 15 toneladas de CO2 en comparación con uno de combustión.
Este tipo de vehículos tienen otras ventajas además de que no emiten gases contaminantes. Es más económico recargar las baterías con la red eléctrica, lo que supone aproximadamente 1 euro cada 100 km. Un gasto mucho menor que el del combustible de gasóleo o gasolina.
En la combustión del gasóleo y de la gasolina se generan partículas que se expulsan por el tubo de escape y que son muy contaminantes y peligrosas para la salud. Otra parte de estas partículas que se encuentran en el aire, se desprenden del rozamiento de los neumáticos con el asfalto. En este caso, en los coches eléctricos se reduce por la eficiencia de la conducción que aportan los motores eléctricos. Como veremos a continuación, su conducción es más suave y eficiente.
Todos los coches eléctricos son automáticos, lo que hace mucho más sencilla su conducción y provocan menor cansancio al conductor. Al no llevar embrague, aumenta la comodidad, sobre todo en ciudad, donde lo cambios de velocidad y las paradas y arranques son constantes. Las prestaciones de un motor de un coche eléctrico son inmediatas, desde el momento en que se arranca, sin necesidad de progresiones.
Las necesidades de mantenimiento son menores al disponer de menos elementos mecánicos. Y por tanto, se reducen también las probabilidades de avería. Dos ventajas importantes en cuanto a la economía y al tiempo que hay que dedicar al coche. Pero también redunda en cuidar el medio ambiente, pues necesita menos recambios y productos como aceites que consumen recursos naturales.
No generan contaminación acústica, pues el motor no emite apenas ruido. Tan solo un sonido leve al acelerar. El único ruido que generan es el de los neumáticos en el roce con el asfalto. Esta ventaja repercute en la convivencia en las ciudades y la sociedad. Pero también en la sensación de tranquilidad que transmiten al conductor, eliminando la molestia del rugir continuo del motor.
Otra ventaja importante que disfrutan estos coches en las ciudades es que no tienen problemas de aparcamientos. En muchos casos se bonifica el uso de aparcamientos en plazas con instalaciones para recargarlos, y de aparcamientos públicos. Tampoco se les aplica a estos coches las restricciones de acceso a zonas céntricas que se practican en algunas ciudades para reducir la contaminación. De igual forma, estos coches no tienen restricciones de circulación en zonas urbanas, al contrario de lo que ocurre con los coches de combustión, que cada vez son mayores.
Por otro lado, la autonomía de estos coches se ha desarrollado mucho en los últimos años. Pueden circular hasta 300 km sin necesidad de recargarse. Lo que convierte a los vehículos eléctricos en una apuesta segura para circular por ciudad, ya que la mayoría de los conductores realizan una media de 50 km al día.
Cada vez se van extendiendo más en nuestro país los puntos de recarga rápida de vehículos eléctricos. Situación que apoya la elección de un coche eléctrico, al minimizar lo que podría ser una desventaja.
En resumen, podemos afirmar que la contaminación de los coches eléctricos es menor que la de los de combustión, en emisiones de gases y de ruido. Además, aportan mayor comodidad en la conducción y generan menos costes de mantenimiento.